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Santa Faustina: Apostol de la Misericordia

 

"Cuánto deseo la salvación de las almas.  Mi queridísima secretaria, escribe que deseo derramar Mi vida divina en las almas humanas y santificarlas, con tal de que quieran acoger Mi gracia.  Los más grandes pecadores llegarían a una gran santidad si confiaran en Mi misericordia.  Mis entrañas están colmadas de misericordia que está derramada sobre todo lo que he creado.  Mi deleite es obrar en el alma humana, llenarla de Mi misericordia y justificarla.  Mi reino en la tierra es Mi vida en las almas de los hombres.  Escribe, secretaria Mía, que el director de las almas lo soy Yo Mismo directamente, mientras indirectamente las guío por medio de los sacerdotes y conduzco a cada una a la santidad por el camino que conozco solamente Yo" (Diario, 1784).

El 30 de abril del año 2000, al canonizar a la beata Sor María Faustina Kowalska , el Papa Juan Pablo II concluyó un proceso que él mismo inició en 1965, siendo el entonces joven Arzobispo de Cracovia Karol Wojtyla . Fue a él a quien, en 1967, ya como Cardenal, le correspondió concluir el proceso informativo diocesano, y a quien en 1993, ya como el Papa Juan Pablo II, le correspondió beatificarla.

En un peregrinaje realizado por el Papa a la tumba de Sor Faustina en 1997, refiriéndose a su propia conexión con la misión de Sor Faustina , el Papa declaró: "El mensaje de la Divina Misericordia siempre ha estado muy cercano y es muy estimado por mí... ( y él) en cierto sentido ha forjado la imagen de este Pontificado". En su audiencia general del 10 de abril de 1991, el Papa habló de Sor Faustina mostrando el gran respeto que le tiene, relacionándola con su segunda encíclica papal: Rico en Misericordia y enfatizando el papel que esta religiosa había desempeñado al llevarle al mundo el mensaje de la misericordia

Sor Faustina se convirtió en la primera santa del nuevo milenio. ¿Y quién fue ella? Sor Faustina nació en Polonia en 1905, en una pobre y numerosa familia campesina, en la cual se le inculcó fuertemente, en particular a través de su padre, el amor a Dios. Con tan sólo un año y medio de estudios escolares, y habiendo trabajado como servidora doméstica, ingresó por inspiración divina en 1925 al Convento de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, donde combinó sus deberes religiosos con las tareas de cocinera, jardinera y portera en su convento.

A esta sencilla monja, no formada, pero dotada de una vida interior llena de profundas revelaciones divinas y extraordinarias experiencias espirituales, la escogió el Señor Jesús como "Secretaria" y "Apóstol" de su Divina Misericordia, "en preparación a Su segunda venida". A través de ella quiso Jesús recordar al mundo la eterna verdad del amor misericordioso de Dios al hombre, transmitiendo nuevas formas de devoción a la Divina Misericordia e inspirando un movimiento de renacimiento de la vida religiosa en el espíritu cristiano de confianza y misericordia.

Jesús dijo a Sor Faustina :   " Deseo que Mi misericordia sea venerada; le doy a la humanidad la última tabla de salvación, es decir, el refugio en Mi misericordia" (Diario, 998). " (...) Es una señal de los últimos tiempos, después de ella vendrá el día de la justicia.  Todavía queda tiempo, que recurran, pues, a la Fuente de Mi misericordia, se beneficien de la Sangre y del Agua que brotó para ellos" (Diario, 848). 

Primera Santa del nuevo milenio

La vida espiritual de Sor Faustina se basó en la humildad profunda, la pureza de intención y la obediencia amorosa a la voluntad de Dios, a imitación de las virtudes de la Santa Virgen María. Escribió y sufrió en secreto. Solamente su director espiritual y algunas de sus superioras estuvieron conscientes de que algo especial pasaba en su vida. Después de su fallecimiento por tuberculosis múltiple, a los 33 años de edad, hasta sus compañeras más cercanas se quedaron asombradas al descubrir las profundas experiencias místicas y los grandes sufrimientos que le habían sido dados a esta hermana, que siempre había sido tan alegre y humilde.

Sor Faustina escribió en su diario dirigiéndose a Jesús: "Mi mayor deseo es que las almas te conozcan, que sepan que eres su eterna felicidad, que crean en Tu bondad y alaben Tu infinita Misericordia". En un comentario profético, Sor Faustina escribió en su diario: "Siento muy bien que mi misión no terminará con mi muerte, sino que apenas empezará. Oh , almas que dudan, les descorreré las cortinas del cielo para convencerlas de la bondad de Dios".
   

 


 
 
 
 
   
 
     
 
 
 
 

 

 

 

 

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